Obsesionario en Gris Mayor

¿A cuántas batallas?

viernes, 28 de marzo de 2014

Y aunque no vuelvas más

Imaginar o figurarse si es que el tiempo no fuera tan implacable, que nos diera un minuto más para pensar en la jugada, no  que jugase con una pieza menos, sólo un minuto más, sólo eso. Bueno, suponer ahora, antes de leer el resto que el tiempo dice hasta acá llegamos, véanse sin mí.
Surgiría, entonces, ante este hipotético caso una interrogante. No, no sería cuánto lo invertiríamos en ser feliz, porque la respuesta la sabemos todos: todo. La pregunta tampoco sería cuándo empezamos, porque: ahora. Tampoco con quién, porque ya hace rato sos vos. Si no existiese tiempo, lo único que nos ataría a la realidad sería el hasta cuándo.
Ante este cuestionamiento, sin dudar contestaríamos a la primera que por siempre, que una eternidad o dos le quedan bien como medida. Y es que nunca creímos en la posibilidad de que algo no tuviera fecha de caducidad. Y entonces por qué nos seguiría preocupando el hasta cuándo. Es más, por qué necesitaríamos de una respuesta.
Bien entonces, la respuesta no parece tan simple y la verdad que no, o por lo menos eso se piensa. Para mí es sencilla, si no tuviera tiempo no sabría vivir, y eso que llevo sólo veinte años ligado al reloj. No sabría aprovechar las situaciones porque siempre diría que tendría otra oportunidad más tarde. No sabría disfrutar de los amaneceres porque siempre tendría uno más. No sabría amar el tono de su voz porque ni me molestaría en preguntarle si le gusta cazar mariposas o le gusta programar, sin tiempo no habría preguntas.
Entonces, el fin último de esta entrada no era la de defender al tiempo, ni tampoco solicitar un poco más de su consideración, tan sólo quería aunque sea un momento detenerme y pensar en qué pasaría. Todo el día me la paso diciendo que con tiempo haría más cosas, leería libros que no sean para nenas, que escucharía más canciones de los Beatles (y eso que ni me gustan tanto), que vería menos la luna y un poco menos el sol, porque ya no hace falta recordar su última mirada.
La verdad, a los problemas de tiempo se le suman los de espacio. Y es irónico que tras cinco años ahora por fin pesa la distancia, y empieza a molestar, mucho, demasiado. Bueno, ya dentro de unos días comienzan los parciales y quería escribir antes de eso (no sé cuándo termine de escribir). Así que eso, tiempo.


★ EscuchandoMi cura, mi enfermedad 

martes, 4 de marzo de 2014

Y es que si me miras a los ojos

Estados de ánimo

Unas veces me siento 
como pobre colina 
y otras como montaña 
de cumbres repetidas. 

Unas veces me siento 
como un acantilado 
y en otras como un cielo 
azul pero lejano. 

A veces uno es 
manantial entre rocas 
y otras veces un árbol 
con las últimas hojas. 
Pero hoy me siento apenas 
como laguna insomne 
con un embarcadero 
ya sin embarcaciones 
una laguna verde 
inmóvil y paciente 
conforme con sus algas 
sus musgos y sus peces, 
sereno en mi confianza 
confiando en que una tarde 
te acerques y te mires, 
te mires al mirarme.
Mario Benedetti.-