Obsesionario en Gris Mayor

¿A cuántas batallas?

martes, 20 de enero de 2015

Ella

Ya son cinco años que comencé a escribir, y ya no me acuerdo por qué, retrocedo en el tiempo y me doy cuenta que lo que pensaba, que lo que creía, que lo que esperaba de la vida es muy diferente a lo que es hoy mi presente. Y es que son cinco años de todo un mundo, son cinco años de distintas razones y de diferentes motivos, son cinco años de muchos silencios y también de varios suspiros, son cinco años de un sin fin de palabras y de un par de canciones.
Hubiera sido preferible haber escrito una entrada explicando el alejamiento, pero para qué también, como si alguien se la pasara revisando si he escrito algo nuevo; o al menos hubiera puesto una imagen o cartel diciendo que me iba por un tiempo, que volvía pronto o cerrado, qué sé yo.
Y es que ya no tenía intención de escribir, ya la persona quien es destinatario de todos mis escritos sabe que todo lo que tengo que decir lo digo a ella, sin pensar mucho en las palabras porque con ella a veces no me salen las correctas, tal vez por la cantidad excesiva de latidos que me produce, los nervios quizás. Entonces, no hacía más falta escribir, al menos no hasta que la viera.
Pues, entonces, a partir de aquí escribo lo que en verdad quería escribir, olvidando los prólogos e introducciones por un momento, ahí va.
Cortázar podría decir que hay lunas y lunas, así como que existen historias e historias, por contar, por decir, por explicar. O tal vez decir que se haya convencido de algo o de que es irreductible con respecto a alguna cosa. Y nosotros no somos muy diferentes, las personas digo, somos calcados pero con diferencias notables, y es que tenemos, cada uno de nosotros, una historia por contar y algo de que estamos completamente seguros.
La vi.
La vi y me di cuenta que era la primera vez que veía en serio, capaz y con los ojos cerrados, capaz con el corazón.
La vi y descubrí que no era tan fuerte como creía, no aguanté ni dos segundos para poder sentir sus abrazos.
La vi y conocí un poco más sobre mi corazón, comprendí que ya le pertenecía, que latía a su ritmo, que bailaba a su compás.
La vi y aprendí lo que es la música, aprendí la melodía de su risa, aprendí el tono de su voz.
La vi y entendí cuál sería la sonrisa de todas mis causas.
La vi y supe que es a ella quien querría ver por el resto de mi vida.
La vi y fueron diez días en los que la felicidad fue siempre una constante, jamás una variable, fueron diez días que resultaron una eternidad de sentimientos y formas amor, fueron diez días que duraron segundos.
De entre tantas realidades me quedo con cualquiera en que se encuentre ella, ya sea por cálculo o por amor, ya sea por viajes en el tiempo en una caja azul, o por tan sólo cartas de amor.
Encontramos el amor donde menos lo esperamos, sea en un bus, sea en un acontecimiento o en una página de Harry Potter, y hay amores como el nuestro, la de ella y yo, que andaban seguros de su encuentro, capaz y sin buscarse, quién sabe, capaz y sin destino, pero no dudaban de que llegarían a estar juntos.
Escribí esto porque quería recordar los cinco años que pasaron.
Escribí esto porque quería recordar los diez días que pasaron.
Escribí esto porque quería recordarle que la amo.

P.D.1: sepa disculparme, hoy no hay acrónimos.
P.D.2: me gustaría que siga siendo como es, y citando de nuevo a Julio (porque esta entradas es para vos), brusca, complicada, irónica, entusiasta, y que un día yo pueda prestarle otro pulóver (o suéter o campera o chaqueta, como quiera usted llamarle).


★ Escuchando: The moon song